Ricardo se colocó el disfraz para salir, afino los detalles y se dispuso a dar su mejor actuación, sus colegas no le podrían ver de esa manera. Si veías con cuidado a Ricardo su disfraz no era infalible, pero cumplía correctamente con su cometido.
Recorrió el amplio pasillo que conecta a las recamaras con la entrada principal, volteo hacia el llavero y notó que sus llaves no estaban, últimamente no tenía la cabeza en ningún lado y empezaba a desesperarse por tener que buscar sus llaves cada mañana desde hace 2 semanas. Debajo del sofá, arriba del televisor, sobre el ordenador, en la cama, el patio, el altar de muertos (donde figuraba una fotografía de Lucía), no encontraba esas malditas llaves por ningún lado. Desesperado acudió hasta su cocina y al buscar una gaseosa en el refrigerador se topó con que las llaves se encontraban justo a un costado de los tamales de masa colada que despreció la noche anterior.
Antes de salir por esa puerta se aseguró de que cargaba todo consigo. Pasó lista: Celular, llaves, cartera, licencia, credencial de la empresa, lapicero, pantalones. Todo estaba listo. Se entretuvo un rato observando a una pequeña araña blanca que recorría alegremente las paredes de su casa, posiblemente encontraría telarañas en un par de días, no lo sabía. Se despidió de lucía con un amargo adiós y cerró la puerta de su hogar.
Arrancó su carro, coloco su disco favorito y empezó su andar. Cinco minutos después tuvo que regresar a su casa porque no le había puesto el seguro a la puerta, y en este país cuando regresara no iba a encontrar nada, posiblemente ni la foto de Lucía. Con un gesto de desprecio remarcado por esos labios gruesos se contempló en el espejo y practicó su disfraz para cuando llegara al trabajo.
Saludó a Don Juan, el guardia del edificio donde Ricardo trabajaba, y estacionó su pequeño, pero funcional, vehiculo verde (El chícharo le decían, ya que está de moda). Una pequeña sonrisa y un cortes movimiento con su mano derecha sirvió para pasar a Karen, la recepcionista, sin que esta lo interrogara. Casi cantaba victoria, en el elevador solo tenía que fingir que observaba algo en su teléfono o algunos papeles con apariencia de importantes para el trabajo y lograría burlar a los desgraciados que se subieran con el.
Llegó a su oficina, con la sonrisa falsa y saludó a Hernán. Prendió el computador, los ojos le brillaban y ardían, debía contener las lágrimas, cuando regresara a su casa podría llorar todo lo que quiera a la hora de recoger su altar. Una voz lo hizo despedazarse, sin esperanzas de contener ese disfraz que tanto necesitaba para ocultar su debilidad y mantener su imagen como macho dominador e insensible que era. Con la voz entrecortada le dijo a Lucía que en unos momentos le llevaba la notificación, que por favor esta vez si le esperara y que no desesperara… tal como lo hizo hace dos semanas.
Nu entender !
ResponderEliminarQuerer vos explicarmelo Nu entender!
ResponderEliminarQue no entiende, señor/a anónimo. Con gusto explicamos. :D
ResponderEliminarTodo el texto, me resulta complicado entenderle !
ResponderEliminarBueno, es un relato corto. Una historia, sobre un sujeto en estado de semi depresión debido a la ruptura de una relación. Tanto así que llega a compararla con un muerto, por eso coloca la imagen de su ex en el altar... si, algo así.
ResponderEliminarnice post. thanks.
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