29 de julio de 2011

Cumpleaños




Quizá uno de los aspectos más tristes de la vida humana sea el hecho de que no podemos recordar nuestros primeros años de vida, ni siquiera un pequeño recuerdo de nuestra etapa como bebes, que de paso hay que decir, es la etapa en nuestra vidas en la que realmente no le dimos asco a la gente.  

Por supuesto dentro de este supuesto, está el hecho de no acordarnos de nuestros primeros 4 o 5 cumpleaños, y la respectiva celebración y los regalos que recibimos ese día. Es triste, si pensamos que pasamos el resto de nuestra vida esperando a nuestro cumpleaños, ya que para nosotros es una celebración única que difícilmente compartiremos con algún miembro de la familia (aunque hay excepciones en varios casos, como el de gemelos o una enorme coincidencia). 

Nuestra espera por el día en que nacimos se va apagando conforme pasan los años, llegando a tal grado que incluso muchas personas desearían que ese día nunca llegase. Cuando somos niños, y aunque en mi caso no recuerdo con exactitud, no las pasamos de impacientes preguntando si falta mucho para nuestro cumpleaños. Esperamos con ansias comer un pastel que fue pensando para nosotros, en ver a nuestros primitos llegar con cajas o bolsas de regalos para nosotros, nos desilusionamos si la bolsa en cuestión está llena de ropa (aunque nuestros padres se alegren por tal regalo). En fin, gozamos de ese día durante nuestra niñez. 

Conforme vamos creciendo, la fecha se vuelve un martirio para nuestros seres queridos, o si bien no un martirio, si una carga algo pesadita. Tenemos 13 o 15 años, ya no somos niños, pero todavía vemos caricaturas, el porno esta a la orden del día, pero todavía juegas pokémon en la computadora.  Nuestros padres se preguntan que regalarnos, un juguete nosotros lo rechazaríamos, pero la ropa todavía la vemos con desprecio. Definitivamente el prostíbulo a esa edad quedó en el pasado, así que solo en nuestros sueños húmedos pensaremos en eso. Ya no queremos fiesta porque eso es para niños, pero tampoco queremos invitar a nuestros amigos porque la casa es cero cool.

 Entonces llegamos al final de este post, cuando uno está entre los 18 y 22 años, ya no es un adolescente, tampoco es un adulto, pero ya estas fechas las disfrutamos más que hace 5 años, aunque menos que hace 15. La ropa se convierte en un buen regalo, aunque queramos la nueva iPad o una computadora de las más nuevas, en la mayoría de los casos sabemos y entendemos que no es posible. Es un día más, al fin y al cabo, sin embargo lo que, en lo personal, disfruto más de mi cumpleaños es el hecho de escuchar a mis padres recordar cómo fueron los días previos a mi nacimiento, un día como hoy pero hace 21 años. Esos son los momentos que uno disfruta más. 

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