12 de agosto de 2011

Reflexiones #1


Una mujer de unos 50 años aproximadamente se acercó a mi madre y le comentó sobre un gran aparador que tiene la farmacia de la familia. Le dijo que de niña le encantaba que sus padres la llevaran al centro de la ciudad, ya que ella se paraba en el aparador para ver las novedades que había traído mi Bisabuelo. En ese entonces la farmacia era una vidriería, y la gran atracción de esa niña, era ver las figuras de vidrio que se colocaban ahí. 

Hace unos días ese aparador fue retirado después de más de 70 años, esto debido a unas obras de remodelación que el ayuntamiento del municipio le está realizando a las edificaciones del centro histórico. Esa niña, ahora convertida en mujer pasó una vez más por la farmacia, volteo a ver el aparador y al notar que ya no estaba su gesto se entristeció. 

Sin saberlo, el Presidente Municipal se ha llevado un hermoso recuerdo de la infancia de una persona. Los pequeños detalles, quizá insignificantes para unos, son enormes recuerdos y felicidad para otros. 

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