7 de noviembre de 2011

Miedo


Tengo la idea de que en el fondo si me querías. A pesar de que ese beso esperó para siempre, el cariño se encontraba presente en todo momento. Te lastimé y de pasó me lastimé a mí. No encuentro razones para excusar mis actos, ni esfuerzos para remediarlos. Lo que más me entristece del caso, es que me he convertido en malo del cuento, ese personaje que todos aborrecen y odia. Aquella persona que cuando el escritor decide matarlo, volverlo loco o algo por el estilo, esbozamos una sonrisa y nos sentimos a gusto con la historia. Ese soy yo. Sé que con estas letras te haré más daño del que ya te he hecho, no entiendo los sinsabores que el destino nos pone frente a nosotros, a veces creo que Dios se ríe de nosotros, de la manera en que nos complicamos solos la vida. Somos los bufones del reino de Dios.

Insisto en pretender saludarte, rara vez me contestas. Yo tan solo quiero pedirte disculpas, no tengo idea de cómo hacerlo. Me duele. Orden y contexto carecen por completo, el esfuerzo se reduce a versos inconexos que nunca leerás. Es triste pensar en lo que fue. A veces sueño contigo, pero no es un sueño, es más bien una pesadilla. Estas ahí, tomándome de la mano y yo… La aparto, sin escrúpulos, me alejo de ti. Me quiero detener, pero mis piernas siguen corriendo. Te cansas de seguirme y das media vuelta. Es entonces cuando me detengo, empiezo a seguirte, corro con todas mis fuerzas. No te alcanzo. Despierto llorando.
Algún día escribiré un cuento donde no sea yo el malo. Solo en papel, y quizá sea en papel donde nuestro destino sea estar juntos. Suspiro levemente y me introduzco en la vida cotidiana. Te imagino bailando salsa o quizá sentada detrás de un pupitre tomando nota en una aburrida clase acerca de los cromosomas o algo así. En ese momento es cuando me decido a escribir acerca de ti. Nunca lo había hecho antes. No sé porque. Miedo, tal vez. 

Me he dado cuenta que escribo poemas casi sin notarlo. Estos no tienen ni pies ni cabeza, mucho menos genitales, o una estructura. No sin dignos de ser leídos por nadie. Sucede que cuando los leo, me entra la exasperación y termino arrojando horas de trabajo literario a la basura, el llanto brota de mis ojos, descontrolado me sumerjo en el maldito poema que contiene ahora lágrimas secas, cada que sucede esto me recuesto en mi cama, me duermo y sueño contigo. Otra vez la pesadilla. Cada vez que te sueño estas más hermosa.

No recuerdo cuando fue la última vez que nos vimos. Quizá ese también fue un sueño. La última vez que fuiste protagonista de mis sueños, sin que esto se convirtieran en pesadillas, fue hermoso. Casi nos besamos. Mientras recuerdo y escribo esto, me doy cuenta de que siempre deseé tus labios, ahora los deseo más que cuando reíamos juntos y nos sonrojábamos al mismo tiempo ¿ves? Recuerdo nuestros buenos tiempos, mas no logro recordar cuándo fue la última vez que nos vimos. .

Me detengo a pensar que es lo que debo escribir ahora ¿Cómo termino esto? Le doy vueltas en mi mente. No logro encontrar la manera de acabar lo que estoy escribiendo. La desesperación comienza a caer sobre mí. Justo cuando mis ojos se empiezan a poblar de lágrimas, el ruido del teléfono celular me distrae, veo tu imagen bajo el lema que dice “llamando”. Sonrío y pienso que esta historia no ha terminado, no puede terminar. Tengo miedo de contestar. 

1 comentario:

  1. Me gusta como escribes amor, nose porque dices que no sabes hacerlo! Muuack!

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José de la Cruz. Con la tecnología de Blogger.