5 de diciembre de 2011

El mendigo




La gente cuenta que hace algunos años existió en mi pueblo un mendigo que se dedicaba a contar lo ocurrido la noche del 13 de Septiembre de 1948 en la clínica del Dr. Soberano. Según cuenta la leyenda el mendigo, del cual nadie se acordaba de cuál era su nombre, se dedicaba a auxiliar al Dr. Soberano todos los días. No tenía estudios universitarios, ni era un hombre de una inteligencia rescatable, sin embargo todo eso lo superaba debido a su capacidad para comprometerse en todo lo que hacía. 

Si uno se acerca al café Molinero que está en el centro, podrá escuchar las conversaciones de algunas personas que conocieron al mendigo, pero que hasta el día de hoy se niegan a ser quienes iban con él a los bailes los domingos o a llevarle serenata a la enamorada en turno. Alegan no haberlo tratado nunca. 
Doña Margarita atiende el puesto de pozol que está en la Avenida Niños Héroes, según los rumores de los que todos hemos escuchado pero nadie sabe de dónde vienen, hace muchos años era la enamorada del mendigo. Ella, por supuesto, lo niega rotundamente. Cuando uno se acerca a hablar con ella y le saca el tema del mendigo, su rostro se tensa e inmediatamente te invita, descortésmente, a salir de su negocio, dicen que hasta escupe en tu pozol, pero eso no lo he querido comprobar. Luego se puede escuchar los sollozos quietos y dolorosos que produce desde dentro de su ser.

El Diario de Tabasco dice en su edición del 14 de Septiembre de 1948 lo siguiente:
Muere el Doctor Soberano tras explosión inexplicable. La clínica de consultas quedó destruida por dentro. No hay sobrevivientes:

En un hecho tanto sorprendente como doloroso, fueron encontrados los restos del Doctor Soberano tras escucharse fuerte detonación dentro de la clínica ubicada en el Centro de esta Ciudad. Junto a los restos del Doctor se encontraron el 3 personas más, presumiblemente su asistente y su esposa. Las autoridades no se dan crédito de lo sucedido dentro de la clínica y no han proporcionado datos de cómo pudo ocurrir el incidente.

Lo que se puede leer en las ediciones posteriores es que se trató de un ‘Lamentable e inexplicable accidente’ y se decretó luto en el Estado por 3 días. Toda la clase política de la época fue al funeral del Doctor y días nadie se acordó nunca más de lo sucedido. 

Semanas más tarde apareció el mendigo, vestido únicamente con un pantalón de vestir remendado y una bata blanca, como de Doctor. Hablaba incoherencias, no le contestaba a nadie, vagaba por las calles de la ciudad y nunca se acercaba al lugar donde se encontraba la clínica del Dr. Soberana, cerrada hasta el día de hoy. La policía se lo llevó en más de una ocasión por ‘faltas a la moral’ y nunca le pudieron sacar una declaración de quien era o hacía donde iba. Dormía donde le caía la noche y se alimentaba de quien sabe que.

Fuego, Muerte, Dinero, Cuernos, Doctor, Fuego, Cuernos, Puerta, Muerte, Doctor. Incoherencias… Nadie lo sacaba de esas palabras. Mirada distraída, si alguien encendía un cigarro frente a él, recibía una buena paliza, el méndigo se le lanzaba con la intención de evitar que encendiera el fosforo. Unos gritos desgarradores salían de su garganta.

¡Fuego no! ¡Puerta: muerte y desolación! Repetía incansablemente. Si alguien le mencionaba el nombre del Doctor Soberano se quedaba callado. Su mirada parecía lucida… luego regresaba a los gritos y a las incoherencias.

Muchas historias terroríficas se especularon alrededor de la muerte del Doctor Soberano, desde una simple fuga de gas hasta un culto satánico que acabó con el Diablo haciendo acto de presencia en nuestro Estado para reclamar las vidas de los implicados. Lo cierto es que nunca se pudo demostrar si el mendigo era aquel que sirvió como auxiliar del Doctor. 

Algunos dicen vieron tiempo después al mendigo irse caminando rumbo a Cárdenas, otros dicen que acabó en un sanatorio. Lo cierto es que después de varios años mendigando por las calles de Villahermosa… desapareció sin más.

La gente aún habla del extraño caso del mendigo y el doctor, las leyendas urbanas que viven en nuestros abuelos y que a veces, solo a veces, creemos que fueron reales y las recreamos para ser parte de ellas.  

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