Paul McCartney

Lo vivido la noche del 10 de Mayo en el Zócalo de la Ciudad de México es, quizá, el evento musical más importante que ha acontecido en tierras mexicanas. Paul McCartney logró reunir a 200 mil personas en el centro histórico para disfrutar de un concierto lleno de nostalgia y emoción. 

Mis experiencias en conciertos masivos había sido hasta el momento prácticamente nula, a pesar de haber asistido al palacio de los deportes en un par de ocasiones para observar a Rammstein y vivir la cumplimentación de un sueño con System Of a Down, en cuanto a poder de convocatoria estos dos titanes del metal no se pueden comparar con lo que hizo Paul McCartney.

Un par de días antes el Estadio Azteca fue la sede del segundo concierto que ofrecería Paul en tierras aztecas, en dicho escenario se reunieron aproximadamente un total de 60 mil personas, entre las cuales algunas pagaron hasta 12 mil pesos por un boleto en primera fila. Se podría decir que es una locura, pero cuando lo que te sobra es dinero y eres fanático de la música de The Beatles, Wings o Paul McCartney bien lo vale. 

Otros “menos afortunados” tuvimos que conformarnos con la zona de relativa peor visión, aunque no por eso disfrutamos menos el espectáculo. La espera fue agonizante, 3 horas dentro del Estadio para esperar a que Paul y su banda saliera a cantar Magical Mistery Tour, Juniors Farm y All My Loving como un gran comienzo de lo que sabíamos iba a ser legendario.

El resto del concierto transcurrió con normalidad, cantando éxitos de toda la vida como la polémica The Long and Winding Road o ¡985 para los fans de Wings, de igual manera nos interpretó el nuevo sencillo de su más reciente material “Kisses on the Bottom”, dedicada especialmente para su mujer Nancy y con las imágenes que Jhonny Deep y Natalie Portman llegó hasta nosotros My Valentine. 

Recuerdo que me impresionó mucho ver a niños pequeños, de unos 9 o 10 años disfrutando el show. Cantando las canciones de The Beatles y aplaudiendo con una sonrisa de esas que solo les vez cuando reciben algo que realmente quería. Alentador. 

El clímax de la noche empezó cuando Paul recordó a sus amigos fallecidos, John y George y les dedicó especialmente Here Today y la que a mi gusto es la mejor canción en el repertorio de The Beatles, Something. De ahí en adelante fueron interpretadas hit tras hit, clásico tras clásico And i Love Her fue un rotundo éxito, Back in The U.S.S.R., Let it Be, Live and let die… Hey Jude, con esta canción llegó la excitación absoluta.

La interacción de McCartney con el público fue especial. Cantando todos al unísono, algunos llorando, otros absolutamente entregados al disfrute que sus oídos recibían. Con los encore que hizo McCartney no faltó quien pensara que el concierto había acabado y la lluvia de aplausos fue espectacular. Todo esto nada comparado con el momento cuando regresó, tomó su guitarra e interpretó Yesterday. Estamos hablando de la obra maestra del cantante de música popular mas exitoso de la historia, no es poca cosa. 

I Saw Her Standing There o Get Back llegaron a presagiar que era el fin. Paul se despidió de todos a pesar de los rotundos ¡NO! Que se escuchaban de todos lados, se sentó en su piano y toco las primeras notas de Golden Slumbers/Carry Than Weight/The End. Un final épico para un concierto épico. 

El concierto en el Zócalo, musicalmente hablando, fue muy similar. Salvo Hello Godbye, Ive Just Seen a Face, Helter Skelter y mención especial merece Obladi Oblada acompañada de mariachi, una verdadera joya.

Lo que realmente me impresionó fue la devoción de la gente por estar presentes en el concierto. Aquellos que estuvieron en primera fila, justo frente a la banda, llevaban un par de días haciendo campamentos cerca del zócalo para que en el momento que permitieran el acceso llegaran lo mas cerca del escenario posible. 

La exaltación, el cansancio, el hambre y el sudor fueron opacados por gritos, música y rock and roll. La marihuana era común, los señores mayores estuvieron presentes, las mujeres y los hombres igual de emocionados. La catedral imponente esperando a ser testigo de Paul, los balcones de los edificios contiguos repletos, la música de The Beatles sonando en todos lados. 

Sin duda una noche especial para los amantes de la música. Solo basta decir: Gracias, Paul.