Recién estoy actualizandome de lo último que algunos compañeros bloggers han estado colocando en sus respectivos sitios. En la mayoría de los casos no se encuentra nada destacado, algo del montón. Como esto, por ejemplo. Sin embargo, y si uno le busca con ganas, se pueden encontrar coincidencias impresionantes salidas del cerebro de una persona que ni siquiera conoces, pero que al estar escribiendo en un blog, ya está expresando todo eso al mundo (o por lo menos a una reducida cantidad de lectores).
Y yo, al ser tan huevón como lo he sido últimamente, me tomé la molestia de ingresar a mi blog, ir al escritorio, hacer click en creación de entradas y reproducirles esto que acabo de leer y del cual estoy totalmente de acuerdo (y envidio porque no se me ocurrió a mi):
Cuando estás en una relación cimentada sobre el cariño y la comprensión mutua, todo sale a pedir de boca, las cosas se acomodan en su lugar con sencilla naturaleza. Todo funciona y las piezas que la vida te entrega son justamente las necesarias para conseguir la tranquilidad.
Pero luego ya no. Debido a que todos los sistemas llevan implícita su autodestrucción, algo sale mal. Acomodas una pieza como no era. Llámemosle celos, incomunicación, problemas sexuales, que de la coladera aparezca un tercero que se viste mejor que tú... lo que sea. Un detallito y todo se va progresivamente a la verga.
Y a la verga... y a la verga... y a la verga... y las piezas caen más y más rápido. Cuesta trabajo acomodarlas, y a la verga y a la verga...
¡Plaf! Se acabó.
Es cursi pero cierto. ¿No?
Si coges con distintas monas o weies sin añadir cariño, si estás solo en tu casa y prefieres jalártela o acariciarte el clítoris (las dos circunstancias son prácticamente lo mismo) tu tetris es un concreto desmadre.
No soy un cabrón bien hecho, por lo tanto diré que ese wey del Neb escribe bien pinche chingón.
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