Me encuentro deambulando por la gran ciudad, pensando en los ayeres que no sucedieron y en los mañanas que no sucederán. El grito que nadie escucha retumba en mis oídos con una persistencia endiablada, la canción de amor que esconde el odio entre líneas suena en mi cabeza.
Sufro pensando en el niño que duerme en el cartón, o en la mamá que vende dulces mientras cuida de sus retoños. Pienso también en el estúpido ciclo de la vida y en el porque me tocó estar aquí. No puedo evitar observar como una mariposa sobrevuela mi cabeza mientras un sentimiento de odio me atrapa y busco insatisfactoriamente matarla.
Los automóviles circulan mientras yo busco cruzar la avenida. Sin conseguirlo prosigo en busca del monstruo en que me quiero convertir. Sin encontrarlo aún. En el parque una pareja procrea una vida, mientras busco desviar la mirada para no ser cómplice de su lujuria.
El sol se está desvaneciendo, pienso que está cansado. Igual que yo y mi búsqueda. Las palabras no salen de mi boca, las acciones no mueven mi cuerpo, el amor no me motiva a vivir. El monstruo que habita en mi cabeza se esconde y sale a flote cuando menos lo quiero ver.
Sobrevivo en base a esa búsqueda y exterminio de mi monstruo. Nunca lo encontraré, me pasaré la vida deambulando por la gran ciudad, paseando con mi alma en la búsqueda de mi mismo.
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